¿Cuál tiene el factor X?

El pasado mes de agosto, cuarenta y cinco mil colombianos madrugaron más de lo acostumbrado, se pusieron sus mejores pintas y soportaron horas enteras de pie en una fila, para demostrarles a José Gaviria, a Marbelle y a Juan Carlos Coronel, que tenían ese “no sé qué, no sé dónde” que los convertiría en la estrella de un nuevo reality: El Factor X.

Cuatro meses después, de 12 participantes elegidos por el jurado, sólo tres sobreviven: Farina Pao Paucarfranco, pupila de José Gaviria; el grupo Enygma, de Marbelle;  y Julio César Meza, de Juan Carlos Coronel.

Cada domingo, los colombianos han visto a estos jóvenes artistas entregarlo todo en el escenario para conquistar sus votos y, así, poder quedarse con el gran premio: tener el Factor X. De los tres, sólo Enygma ha estado en la cuerda floja mientras que la reggaetonera Farina, amada por unos y odiada por otros; y Julio, el gran favorito, llegaron a la semifinal ilesos.

No importa cuál de ellos sea el preferido por los jurados, el público tiene el veredicto final. Entre ellos, está el Factor X.

Ellos también compiten

Aunque ninguno de los jurados recibirá un premio en efectivo o les será grabado un trabajo musical, sin duda alguna, su reputación es lo que está en juego. José Gaviria, Juan Carlos Coronel y Marbelle, afirman que sus pupilos tienen ‘El Factor X’, sin embargo, sólo uno de ellos será el gran ganador.

¡Yo soy faaaaaarina!

Aunque nació en Caicedonia, Farina Pao Paucarfranco tiene en su sangre y en sus rasgos, una mezcla de diferentes razas: peruana, libanesa y por supuesto, colombiana. Su acento es paisa, pues hasta antes de llegar al Factor X, vivía en Bello, Antioquia. El boom del reggaetón, esa fusión del reggae con el rap, la conquistó, y a él, le entregó su voz desde hace tres años. Gracias a ese amor incondicional por este controvertido género musical, esta joven de 19 años se ganó su cupo en la semifinal de El Factor X.

Sin duda, Farina es de esas personas de odios o amores: o se adora o no se soporta. Para muchos su pinta es exagerada, su voz les resulta  “chillona”  y su entrega hacia el reggaeton la convierten en una simple “rapera” y no una artista versátil. Los comentarios de los colombianos en la Cámara X, así lo dejan ver; y las indirectas de Juan Carlos Coronel hacia José Gaviria, tutor de Farina, también. “Cuando uno no tiene nada que mostrar, tiene que seguir con lo mismo”, dijo en la última gala.  Pero a la hora del puntaje, el público la salva y por eso Farina no ha sabido lo que es estar nominada para salir del reality. Los niños la aman y su famoso “Jow, jow, yo soy Faaaarina” ya se ha hecho popular.  Su renombre la puso en el pódium de las mujeres más destacadas del año según una importante revista.

Paradójicamente, las mujeres, que siempre critican a sus pares, la defienden y hasta dicen en público “esa niña es fea, pero bonita”, y las madres la ven como una hija. La mayoría de los hombres, en cambio, les da escozor verla en el escenario y sus rasgos, su dicho ya popular y su voz, no los convence. Sea como fuere, Farina está bien parada en la final y va por lo suyo: El Factor X.

El “Enygma” del Factor X

Este cuarteto barranquillero significa todo un reto para su tutora, Marbelle, pues en Colombia no estamos acostumbrados a oír a un grupo vocal. Sin embargo, estos jovencitos se han ganado un lugar en el gusto del público gracias a la afinación de sus voces y a la armonía existente entre ellos.

“Le pegan a todo” aunque en el género que mejor les va es en el pop. Su estilo musical recuerda a los italianos Nery Per Caso y uno de sus puntos fuertes es la interpretación de varios instrumentos musicales. Tienen potencia en el escenario y son adorados por las adolescentes. A pesar de la calidad de sus interpretaciones, para mucha gente su estilo es difícil de digerir y aunque “canten muy bonito” no terminan de convencer pues les falta una voz principal que lidere el grupo. Sin embargo, pueden dar sorpresas en la gala final.

El “todero”

Para muchos colombianos El Factor X no es tan X, pues según ellos ya tiene un nombre: Julio César Meza, un joven cartagenero de 26 años, quien por su magia en el escenario y su chispa, se ha convertido en el favorito del público y de Juan Carlos Coronel, su tutor. Su origen humilde no lo avergüenza. Al contrario, haber dejado sus estudios primarios para vender pescado y helados en las playas para sostener a su familia; haber vivido en una casa de esterilla y hasta cantado en un mariachi para darle de comer a su madre y a su hija, son su mayor incentivo para quedarse con El Factor X. Desde un comienzo se ganó la atención del  público por su particular melena rubia y crespa y claro está, por su excelente voz. Su versatilidad es su mejor carta. Canta desde reggaetón, hasta baladas y rancheras; toca la guitarra y es excelente bailarín, con ningún género lo “corchan”. Su coquetería y su espontaneidad hacen que las mujeres lo consideren un “negro papasito” como dice Marbelle. El evidente favoritismo con el que cuenta este cartagenero, para muchos, puede volcarse en su contra, pues según dicen, ya se cree con la “X” en la cabeza.

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